El origen de la terminología vulgarmente utilizada, sugiere constantemente una continuación de los espacios que no es aplicable a la realidad. "Ir a la mierda", "la concha de la lora", "la loma del orto".
Pero he aquí una expresión que a todos nos habrá llamado la atención alguna vez (y si a usted no le llamó la atención, es porque no cuenta con tanto tiempo libre como el que me sobra a mí): "Cerrá el orto". Esta frase aparece en numerosas conversaciones, pero nunca se nos ha explicado a qué se debe, o de dónde proviene. Aquí, un breve análisis del posible origen de dicha oración.
Planteando una situación en la que el joven A hace alarde de sus convicciones, exponiendo peligrosamente su falta de conocimiento. Aquí, su cónyuge, amigo, pareja o compañero (joven B), dirige hacia él la famosa "Cerrá el orto".
Otra situación en la que esto podría aparecer, sería la siguiente: el joven A discute con el joven B. Llegado cierto punto de la discusión, nuestro joven A excede la paciencia de cualquiera sosteniendo sus ideas con frases absurdas; o, mismo, expresa en alta voz un pensamiento fuera de lugar.
La semiótica de esta vulgaridad puede ser analizada de las siguientes maneras:
a. La cantidad de palabras y groserías es tal, que la repugnancia que provoca puede compararse con aquella de la materia fecal. Por lo tanto, la boca (que despide esta serie de palabras, o heces) se asemeja al ano. De esta manera, “Cerrá el orto” = “Cerrá la boca”. El individuo B le ruega al joven A que detenga su charla elocuente.
b. El joven A ha entregado con anterioridad su trasero para la práctica de la sodomía. Esto tiene como consecuencia el dolor, que lo hace hablar de una manera desbaratada e inconmensurable. El individuo B sugiere al sujeto A que en ocasiones próximas que cuide su esfínter ya que podrá ahorrarle dolores incómodos y el habla excesiva.
c. El joven A ha entregado con anterioridad su trasero para la práctica de la sodomía. Esto no es considerado para una personalidad masculina y fuerte, por lo que el joven A es calificado como débil y prestado para objetivos que no le convienen, además de ser fácilmente influenciable. Esto quiere decir que el individuo A también puede prestarse a pensamientos absurdos que las malas lenguas han impuesto sobre él. El sujeto B le propone ser más cuidadoso para entregar su confianza en el futuro.
d. El joven A posee una boca entre sus nalgas en lugar del ano, o bien habla por éste último y defeca por la boca. Nuevamente, retornamos al concepto del primer punto, en el que el sujeto B le indica al sujeto A que cese sus expresiones agresivas y poco convincentes.
Damos finalizado por hoy el análisis etimológico del vocabulario corriente. Las sugerencias son bienvenidas.