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domingo, 12 de abril de 2009

Haciendo Zapping


Junto con Wanda Nara y Luciana Salazar, una de las modelos que más me irrita es Julieta Prandi; hasta quizá me saca un poco más que las otras. Sobre todo porque las primeras dos, a pesar de toda la propaganda que tienen en la farándula, al menos no tienen su programa propio. Además de fea y grasa, Julieta Prandi conduce Zapping, programa en el que hacen una aparición insalubre, torturando al televidente con su cara lavada de pajarito y rasgos como dibujados con un portaminas, y pronunciando como una tonta con la mirada perdida frasecitas estúpidas con alguna connotación sexual implícita, exageradamente ingenua para el deleite de los puercos más babosos de la Argentina.

Cada vez que la escucho protestar con voz chillona y quejosa de hueca histérica, me dan ganas de comprarme un tapón de oídos y dispararle a la televisión con un sniper.

viernes, 27 de marzo de 2009

Tributo Especial

Cuando creí que nada podía ser más patético y chupasangre, escuché esto:

"En la gala del próximo domingo, los participantes de Operación triunfo cantarán canciones de autores que estuvieron censurados durante la dictadura."

Que lucren con esto como si se sumaran a la promoción de la imagen de Shrek en los Baggio, me provoca asco. Pero bueno, parece que este año quejarse contra la Dictadura está de moda. Es lo más repulsiva y miserablemente bajo que pudo haber caído el marketing. Tan miserable como una media sucia.

viernes, 20 de marzo de 2009

Animal Planet, El Musical

Ya de por sí los Reality Shows son un tedio tan vacío de contenido y soporífero como un partido de golf transmitido por radio.
Es sorprendente cómo hay tantos imbéciles sin nada mejor que hacer que exponer en televisión de aire sus insulsas vidas de perezosos, asombrosamente semejantes a un documental de osos en época de hibernación; lloriquean porque están incómodos, porque extrañan a su familia, mencionan a su adorada hija cada tres minutos de programa en medio de lágrimas acongojadas, como si no hubiesen sido ellos los que decidieron abandonarla para meterse a convivir con una veintena de extraños. Ahí se someten bajo su propia voluntad a soportar sus peores chanchadas y sus manías mas asquerosas, sus hábitos más grotescos, arman una batalla campal a través de peleas absurdas de niños de Kindergarten como "¿Quién se comió la última porción de torta?", que luego será televisado con música de suspenso y muchos comerciales como si fueran a revelar la identidad de un criminal en serie - y todo esto por correr detrás de un premio cual burro tras una zanahoria colgando frente a sus ojos.
Es aun más sorprendente, sin embargo, la cantidad de subnormales que se recogijan de placer y, en vez de ocupar su tiempo en algo productivo, lo desperdician frente al televisor divirtiéndose con una manada de haraganes que duerme todo el día, se pavonea con sus frívolas conversaciones y deglute toneladas de porquerías como un centenar de salvajes famélicos que no prueban bocado hace meses.
Estos seres insípidos y burdamente simplones que derrochan dinero en votar participantes son los mismos que descargan chistes y piropos a su celular, que mira la novela de la tarde, debate sobre el talento de Ileana Calabró en Bailando por un Sueño y se deleita durante horas con Jorge Rial y Viviana Canosa.
Lo más terrible de todo, lo que más desconcertada me deja, de todas maneras, es esta combinación de Gran Hermano con Operación Triunfo.
Si hay algo peor que ese programa monótono para viejas chusmas de barrio, es que ahora venga conmbinado con un par de chiquitos que desafina estridentemente y, con suerte, acierta dos notas en una canción, pero están convencidísimos de ser herederos de Pavarotti.
Es una suma sencilla: de ese mejunje entre un programa de vagabundos aburridos que comen y duermen todo el día, y otro programa de engrupidos que cantan como un concierto de motosierras oxidadas, el único resultado asequible es el de un tortuoso bodrio de tamaño colosal.