miércoles, 28 de enero de 2009
La Guerra de los Cien Años
Parece que sufriera de bipolaridad grave. No puedo evitarlo, no puedo encontrar el punto medio. Es como si tuviera dos personalidades totalmente opuestas, una suerte de Jim Carrey en Irene, Yo, y mi otro Yo, de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que se disputan el dominio dentro mío, plenamente conscientes de la existencia del otro. Es así como paso de ser una Madre Teresa de Calcuta, una hippie budista vegetariana, a transformarme en una bestia feroz, sedienta de sangre, con un incontrolable impulso por desgarrar trozos de carne humana. Figurativamente hablando, claro, pero más o menos.
El problema no es que tengo períodos de uno, y períodos de otro, sino que ambos se dejan entrever al mismo tiempo. Entonces mientras soporto en silencio las molestias que me provoca la compañía de ciertos engendros por el temor de herir, dentro mío se desata una batalla épica entre mis dos antitéticas personalidades: la compasiva, que encuentra excusas para soportar esa tortura de palabras que me apabulla, y la sanguinaria, que me incita a atacar, quemar, destruir, devastar. Cuando una de ellas toma el poder, la otra lucha por derrocar a la nueva Gobernante; intento sujetarlas bajo mi control, pero es inútil. Allá van, una y otra vez, empeñadas en discutir.
Es así como, en lugar de sugerir sutilmente que los temas de conversación de cierta persona me resultan aburridos, lo guardo dentro mío y voy inflándome hasta que estallo como una piñata, y la acuso de babosa gris sin vida social, o le propongo fríamente que se cuelgue de una soga. O en lugar de pedir por favor que cierre la boca para masticar el chicle, de pronto sin previo aviso vocifero: “¡Volvés a hacer ese ruido una vez más y te cierro la boca con una engrapadora!”. Digo cosas que quizá no quiero decir, y luego, ineludiblemente, después de la tormenta viene la calma; y nuevamente mi Personalidad Compasiva me regaña por el mal trato y la crueldad.
No lo puedo controlar, es el karma que me tocó padecer. Lo intenté una y mil veces, procuré hallar ese equilibrio en el que puedo manifestar mi disgusto sin resultar desfachatada o desdeñosa. Pero me resulta imposible. En cuanto algo me molesta, allá va otra vez, un bandolero alcohólico del Lejano Oeste que me incita a pelear, y el monje budista que impone paz y compasión, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Charlie Baileygates y Hank Evans, saliendo a la luz uno y otro, intermitentemente. Aguantar, explotar, y desinflarme con pena, ése es el patrón interminable de mi vida.
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11 comentarios:
guau! que lucha interna! quedate tranquila que por lo menos sos sincera!
Nada peor que las luchas contra uno mismo. Uno suele ser muy cruel con uno.
hallar el equilibrio es la parte mas complicada, pero bueno a intentarlo
Hay que aprender a aceptarse,e intentar encontrar el equilibrio...Hacer que estas dos personalidades convivan dentro de todo,pacíficamente.
estuve mirando tus dos blogs y me gustaron mucho. muy lindo todo lo que escribís en el otro, y lo que ponés en este es tal cual, me causó mucha gracia la del cine.
un saludo.
La eterna pelea entre Jekyll y Mr. Hyde, sin la pócima por supuesto. El problema es que las "babosas sin vida social" atestan nuestro mundo, asi que Hyde tiene más razones para salir. Buenos blogs.
interesante blog!! volveré...
http://infaliblemente.blogspot.com/
"ME GUSTA ANALIZAR PEQUEÑAS COINCIDENCIAS"
el otro día el traumatologo de guardia que me atendio se llamaba luciano calzada. dedicado para vos (?)
(y lo de movistar, gran verdad, esta buenoque dupliquen si cargas 30 pesos pero con avisarmelo una vez ya esta man)
"(...) comentarios estúpidos a viva voz como “Nooo, boludo, se parece a Karina”, “Uuuuh se la re comió”"
JAJA genial, como lo de los aplausos en ese mismo posteo, proyectar una pelicula nunca demando tanto talento, face it.
En teoria todos tenemos una lucha interna adentro.
Empanadas de carne o de jamon y queso.
River o boca.
Menem o De la Rua.
Cortazar o Borges.
Malvinas o Vietnam.
Arjona o Calamaro.
Y asi interminablemente.
Un abrazo, hablamos, chaito!
Es impresionante... la verdad me encanta como escribís... En el túnel, Sábato pone reflexiones similares en boca de Castel, cuando se debatía entre maltratar y herir a María Iribarne y luego entre tenerle compasión y hacer todo lo posible por lograr su perdón...
Pero realmente, lo tuyo es magistral.. Agus Pelayo
http://muevalapatria.blogspot.com/
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