martes, 29 de septiembre de 2009
Porcinos (y no es la gripe)
Ayer, mientras pensaba sobre el herpes que me salió y que mutó en un descomunal meteorito radioactivo, se me ocurrió que hay un tipo de persona -o más bien, una costumbre bastante fea de un tipo de persona- que me pone los pelos de punta.
Hay gente que disfruta de pasar por tragedias, enfermedades y accidentes. Pero no porque pertenezcan a una secta sadomasoquista, ni porque se regocijen en su dolor: sino porque les fascina, los emociona hasta las lágrimas ser protagonistas de alguna historia hórrida y morbosa que puedan relatar. Toman carrera y se apresuran a tomar las riendas de la conversación cada vez que se les presenta la oportunidad de contar una anécdota de este estilo.
Ahora bien, lo terrible no es eso. Porque podrían simplemente amargarnos con las historias de su tempestuosa suerte, y contentarse con eso. Pero no. A esta especie lo que los lleva hasta el éxtasis es otra cosa: entrar en descripciones meticulosas, hacernos visualizar por completo cada gota de su sufrimiento, cada horror de su salud. Les tiembla la voz y se llenan de euforia con la simple idea de aterrorizar a sus oyentes.
Y por supuesto, en su acalorado discurso, se yerguen con un orgullo patriótico, con un aire a bandera nacional, y no pueden omitir el incluir las palabras: "marrón", "líquido", "pus", "chorreaba" y "flema". Sobre todo pus. Por alguna descabellada razón, a los ordinarios se les acelera el pulso cada vez que dicen "pus". Y no basta sólo con la palabrita; cuantas más veces la usen, cuanto más extraordinarias sean las cantidades en su narración, más felices son. Aunque uno los mire con cara de callateenfermo, sinoparásmevoyaperforarlostímpanosparanoescuchartemás, ellos miran con los ojos muy abiertos, hablan bajito, mueven mucho los brazos y hacen gestos de dolor, no importa que nuestra expresión delate nuestras ganas de salir corriendo. Hasta no ver la primera arcada no se detienen. Y ahí sonríen, felices de haber salido triunfantes de su calvario, satisfechos con su propia hazaña.
Esto es para ellos. A todo aquel que se deleita contándonos inmundicias escatológicas y demás: oíme, marrano hediondo: a NADIE le interesan los detalles de tu diarrea.
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10 comentarios:
maga que te mejores del herpes que te salio besos
jajajaja, menos mal que ya venía preparado para leer esto =P
Es realmente un asco, lo fascinante de esta gente es que cuando vos le contas algo sumamente asqueroso, como para devolver el favor... Ellos siempre, pero SIEMPRE tienen una anécdota aún más asquerosa por contar
Imaginate un hombre que por cada cosa que le cuentes el tiene algo mejor siempre.. SIEMPRE!!!
Bueno asi tal cual es un amigo, que a estas alturas ya te terminas acostumbrando a que te cage todas las anecdotas... No del tipo escatológicas, sino de la vida. Vos te compraste un amplificador para la viola, pero el señorito tiene al hermano que tiene al padre de tu amplificador en la cochera, y no solo eso sino que tiene una guitarra de la san puta firmada por el mismisimo Nefistofeles (no se que tenga que ver pero es un lindo apodo para un violero). Cuestion que me olvide lo que iba a decir al principio... asi que bueno. Saludos
Me acabo de dar cuenta que el usuario (no distingo genero)de arriba tambien remarco la palabra "siempre"
Y los que no contentos con describir en detalle sus inmundicias nos muestran sus pústulas hediondas? Eh? A esos hay que retirarlos a vivir a una isla desierta para que se terminen comiendo entre ellos.
He dicho.
Me hace acordar a la serie de tiras de Mafalda, de Quino, donde Susanita se cortaba un dedo y hacía una historia muy dramática...
Salvo un cáncer de cólon y una fugaz y temprana escarlatina... no tengo otra afección que rememorar.
((La escatología del breve ser, tan frágil como Sting lo cantara))
Un beso.
jajajaja muy buen blog ! esta bueno poder qejarse de vez en cuando :)
debo decir , conozco demasiaaada gente qe ama contar esas cosas qe nadie quiere escuchar ! es muy gracioso ver la cara de los pobres oyentes , el sufirmiento ante las cosas horrorosas qe se estan imaginando
Susanita indeed.
depende.. hay dias q oir sobre desgracias ajenas me alegra la vida.
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